Al parecer, si bien presentaba una estética que invitaba a pensar en el peligro de desprendimiento, realmente el peligro no era tal.
La piedra exterior de la marquesina hacía tiempo que se había reparado y se había fijado en el sitio con una estética poco idónea, pero sin peligro de desprendimiento.
Ahora ya no hay piedra, por lo que ni estético, ni real; ya no hay peligro.
La perspectiva actual se aprecia en las imágenes del antes y el después.
Se procedió a retirar la chapa rotulada, se puede apreciar que la piedra si que estaba bien sujeta.
Aseguraron con una cuerda.
Soltaron los tornillos del rótulo.
Retiraron la piedra.
Incluso tuvieron que utilizar un martillo para romper la piedra porque no podían despegarla.
Ya no queda ningún resto de la piedra que parecía poder caerse.
Como curiosidad destacar la coincidencia en el tiempo de la reparación de la marquesina y mi post en este blog, pues ni yo sabía que se fuera a reparar el jueves, ni la Fundación Ademar tenía constancia de mi post.
Agradecer, por último, a Manuel Matilla (Gerente de la Fundación Ademar), las fotografías y la comprensión a la hora de juzgar este blog y sus posts, pues en ningún caso pretendo escribir contra nadie, ni contra nada, únicamente denunciar situaciones complejas o polémicas que pueden ser subsanadas.
Antes lo dices, antes arreglan la marquesina, la verdad es que te ha quedado una entrada de lo más original, con todo el detalle de la reparación, que no sabía yo como se hacían esas cosas.
ResponderEliminar¡Un saludo!
Que curioso. Muy bien explicado e ilustrado el proceso de reparación...
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog.
Saludos desde Espacio Galáctico.